martes, 11 de agosto de 2015

El fruto del vientre

Todavía recuerdo el día que me entere que estaba embarazada, tenía una mezcla de sensaciones entre susto y emoción, entre alegría y duda...

Era inimaginable, casi utópico, sentir que una vida crecía dentro de mi.
Y no hablar de las náuseas, mareos, antojos, cansancio y un sueño delicioso..."dormí" me decían, dormí todo lo que puedas, porque después ya no vas a dormir igual.   Y así fue y así es!

Y la espera...esperar a que naciera...yo sentía que el final del embarazo era como...cuando te dan un regalo y no encuentras las horas de abrirlo, saber que es, como es aquel obsequio.
Yo no podía esperar nueve meses para ver a mi bebe, cómo sería, qué color tendría sus ojos, su cabello, ver sus piesitos que daban de pataditas a horas de la noche cuando el sueño era más pesado y debía despertarme y cambiar de posición según sugería aquella criaturita que crecía en mi vientre.

Y viene el día del alumbramiento, la espera término pero no la sorpresa; darlo a luz fue increíble (por cesárea) no medí consecuencias, sólo quería que naciera, sostenerlo en mis brazos y alimentarlo con mi pecho, y cuidar de mi bebe.

Soy madre! Dios me escogió para serlo, y lo agradezco. Le doy gracias a Dios por mis hijos, por este maravilloso don y por poder cuidarlos y enseñarles Su Ley!

Amo a mis hijos!!!

"He aquí herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre."
Salmos 127:3


 

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